jueves, 22 de abril de 2010

Hermosa y con sentimientos/ Un tostón pseudoerótico

HABITACION EN ROMA, Película de clausura 


Los que salimos del pase de prensa decepcionados e incluso indignados ante la poca calidad de la última obra de Medem nos encontramos con que aproximadamente la mitad del publico tenía una valoración diferente. “Me ha gustado que no es pretenciosa y a la vez consigue transmitirme un sentimiento aunque no sea una historia sobre un gran amor”, dice mi amiga Paula. “Muy bonita, muy emocionante”, comentan otras voces. En general, las opiniones negativas provinieron del sector masculino y las positivas del femenino (no sé qué deducir de esto, aparte de la posible mayor empatía con las dos protagonistas). 

Como hoy la tarea crítica es mía, tengo que extenderme sobre mi propia impresión. La historia se inicia con dos mujeres que se conocen una noche en Roma y suben juntas a la habitación de una de ellas. La anfitriona ha dejado claro que quiere acostarse con su acompañante y aunque la otra parece no compartir su deseo, entra en el dormitorio. Casi desde el comienzo, los diálogos me han parecido artificiales y reiterativos (¿cuántas veces dice la rusa que no se ha acostado nunca con una mujer?). La interpretación, tan monocorde como los traductores simultáneos que hace años traducían las películas en las filmotecas (se entiende que las actrices no hablen buen inglés –idioma en que está rodada la película- pero no que sus parrafadas sean tan poco sentidas). 

El problema principal es la falta de química entre los dos personajes. Quizá la culpa no es de las actrices sino de un guión poco natural, que desde el principio las hace hablar con falsa trascendentalidad y con tópicos de manual defectuoso. Pero hay más: cuando la rusa (Natasha Yarovenko) se intenta ir de la habitación sin despertar a su frustrada amante, se pasa un rato hablando sola para ordenar sus pensamientos (y el personaje interpretado por Elena Anaya no sale del sueño). Más tarde la española tomará el relevo del monólogo para mostrarnos sus sentimientos. En general no nos creemos lo que ocurre y no nos interesa nada lo que le va a pasar a los personajes.

Se siguen desgranando seriamente frases “geniales” como “te voy a dar el mejor orgasmo de tu vida”, “eres como la estepa rusa” o “la historia nos contempla” (porque están en el casco antiguo de Roma); se cuentan historias vitales sobre mujeres que huyen de jeques árabes para tener a sus hijos junto a la Acrópolis (un “agudo choque de civilizaciones”); niños que mueren en accidente mientras los cuida alguien que no es su madre (en “homenaje” a Lucía y el Sexo); incluso vulgaridades tan idiotas como que un camarero trae un pepino para suplir lo que supuestamente les falta a las dos mujeres...

 Muchos nos preguntamos qué le ha pasado a Medem desde que hizo La pelota vasca (porque Caótica Ana me pareció otro bodrio). Quizá sus historias siempre fueron rocambolescas y extremas y a veces se le van de las manos. Quizá cuando una película va de Madrid al Círculo Polar o a Formentera el espectador se distraiga tanto con el cambio de paisajes que no note sus carencias. Los aficionados conocemos ya bien la mecánica de Medem y cuando baja un poco el nivel se nos encienden las alarmas: para hacer una película interesante sin salir de una habitación de hotel hay que tener algo que contar más allá de poner a dos actrices guapas haciendo el amor.

1 comentario:

  1. Estoy bastante de acuerdo con la crítica. A mí tampoco me gustó mucho. Ojalá Medem vuelva a hacer pronto pelis como "Tierra" o "La ardilla roja" ("Lucía y el sexo" a mí también me encantó).

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