Louise Michel empieza con un prólogo que podría haber sido perfectamente un corto por meritos propios. Una ceremonia de cremación de un señor difunto ante su familia anestesiada que nos pone en situación de lo que estamos empezando a ver.
Tras esta escena, el director nos lleva a una fábrica de picardías, seguramente la última fábrica de picardías de Francia, o es posible que la última fábrica de cualquier cosa en Francia, en el momento de su cierre y del despido de sus trabajadores. ¿Y que hacer si tras 20 años de trabajo te quedan únicamente 2000 € en el bolsillo y un montón de tiempo libre? ¿Invertir en bolsa? ¿Montar un negocio? Louise Michel nos hace una propuesta diferente, invirtamos en ajustar las cuentas.
Tras esta escena, el director nos lleva a una fábrica de picardías, seguramente la última fábrica de picardías de Francia, o es posible que la última fábrica de cualquier cosa en Francia, en el momento de su cierre y del despido de sus trabajadores. ¿Y que hacer si tras 20 años de trabajo te quedan únicamente 2000 € en el bolsillo y un montón de tiempo libre? ¿Invertir en bolsa? ¿Montar un negocio? Louise Michel nos hace una propuesta diferente, invirtamos en ajustar las cuentas.
Louise Michel es un desahogo, como un ejercicio de escritura automática, a través de la cual el director nos extrae algo que teníamos oculto, las razones de los protagonistas, que nos son familiares pero que mansamente habíamos olvidado. Del mismo modo, a medida que se sucedan los hechos, vamos perdonando sus sucias artimañas y estrategias, ¡qué coño!, el fin justifica los medios. Desde ese momento, somos parte de la historia, tan culpables o inocentes como Louise Michel, desesperados como todos ellos, ya nada importa. ¿O no nos embargo la desesperanza ante los buzones de Jersey?
Louise Michel es una película artesanal, con continuos cambios de escenas entremezcladas, preciosos juegos de primeros planos y fondos, y personajes extremos, huraños, oportunistas, acabados, todos habitantes de los bordes de lo humano. Y como colofón una minúscula banda sonora en la que brilla con luz propia la inquietante plegaria Jesus Crist Mon Amour.
En fin, Louise Michel es un auténtico espectáculo que aprovecha cada segundo, sonido y centímetro de pantalla para no dar tregua, ¡Es la guerra!
Louise Michel es una película artesanal, con continuos cambios de escenas entremezcladas, preciosos juegos de primeros planos y fondos, y personajes extremos, huraños, oportunistas, acabados, todos habitantes de los bordes de lo humano. Y como colofón una minúscula banda sonora en la que brilla con luz propia la inquietante plegaria Jesus Crist Mon Amour.
En fin, Louise Michel es un auténtico espectáculo que aprovecha cada segundo, sonido y centímetro de pantalla para no dar tregua, ¡Es la guerra!